Las bibliotecas no arreglarán el desorden del mundo…
Las bibliotecas son tan vitales como el agua, necesarias para la existencia y distribución de recursos culturales, narrativos y lingüísticos. Michèle Petit hacía referencia al valor de los libros en un contexto violento, enloquecido: “Hay que tratar de vivir” decía, afirmando que los libros pueden dar sentido a los jóvenes en este mundo caótico.
Han pasado casi veinte años y no puedo encontrar más sentido a sus palabras pues en este mundo descompuesto lo que más extrañamos aquellos que encontramos en las letras una puerta, una esperanza, son “las ciudades fantasmas que llamamos bibliotecas” a las que se refiere Siri Hustvedt en su últimos libro.
Definitivamente, “Las bibliotecas no arreglarán el desorden del mundo, pero lo harán un poco más habitable” (Petit, 2014) Es por ello que, en virtud de lo valiosas que son para nuestras vidas y en la conformación de esta “nueva realidad” es que las bibliotecas regresan a cumplir su misión formadora pues hoy, más que nunca siguen siendo indispensables.