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Bienvenidos al Blog del Colegio Internacional Terranova, un espacio diseñado para fomentar la resiliencia y el optimismo en la comunidad. Compartiremos información que contribuya al bienestar general, tratando asuntos de salud física y emocional, así como, cultura, familia y sociedad.

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¿Qué necesita mi adolescente?

Los seres humanos tenemos un cerebro social, que nos permite una adaptación activa a nuestra forma de vida. Todos somos sociales por naturaleza, pero es importante recordar que la necesidad social de los adultos no tiene la misma intensidad que la de los adolescentes.

Los jóvenes tienen una necesidad básica, y muy intensa de socialización, pues ellos consolidan su identidad y reafirman su personalidad a través de otros contextos, además del familiar, tal como lo son sus amigos, los deportes, las artes, e incluso la escuela.

A través de la interacción social, los adolescentes logran reconocerse a sí mismos, entre tantos cambios que ya de por sí viven, debido a la etapa de desarrollo por la que cursan.

Esto ha sido todo un reto en estos días, pues nuestros adolescentes se fueron a casa en marzo del 2020 con la expectativa de que estarían un mes, si acaso dos, en cuarentena, y finalmente nos encontramos sorprendidos por la incertidumbre, al extenderse ese “tiempo breve”, de forma indefinida.

Si como padres y maestros hemos llegado a sentir hartazgo y cansancio en este tiempo ¿cómo lo estarán viviendo nuestros jóvenes?, es muy probable que lo están sintiendo con una mayor intensidad, y posiblemente con una sensación de desesperanza.

¿Cómo no perder de vista las necesidades de los adolescentes?, ¿Cómo acompañarlos en esta etapa en la que la interacción social ha disminuido o se ha tenido que limitar a lo digital?

Partiendo de la  empatía, nos podemos poner los “lentes de la adolescencia” para tratar de identificar ¿qué necesitan? Es importante ser más sensibles y acompañarlos en el desarrollo de su resiliencia para vivir de forma más amable este tiempo.

Debemos ser creativos y estar dispuestos a “acomodarnos” en lo posible. Si la interacción social no puede ser presencial, hay que aprovechar los recursos

con los que se cuentan, y el principal recurso nos lo da la tecnología, nos guste o no, es “el” medio para socializar desde casa.

Tenemos que partir de nuestro vínculo con ellos, y estamos en un buen momento para reafirmar nuestra conexión emocional con nuestros hijos, para que sientan una red de apoyo tanto familiar, como de su contexto social, por lo que, dialogar con ellos sobre las posibilidades para interactuar con sus compañeros y amigos es más que necesario.

En esta interacción intencionada, reafirmamos que los seguimos conociendo cada día, y si en ocasiones sentimos que los estamos “desconociendo”, la mejor estrategia es querer conocerlos y acercarnos en cuanto la oportunidad se presente.

A continuación les dejo algunas sugerencias para facilitar este paso:

  1. Ser empáticos, pues no podemos olvidar que este momento histórico es diferente, y por lo tanto ellos están viviendo su adolescencia en una situación completamente distinta a la nuestra.
  2. Es así que en ocasiones podemos tener cierto grado de flexibilidad. Por ejemplo, en el uso de la tecnología para poder interactuar con sus amigos(as), con acuerdos claros.
  3. Observar sus tiempos y respetarlos. Esto nos requiere desarrollar nuestra habilidad de observación y de reconocimiento para mirar a nuestro adolescente de una forma sensible e identificar qué es lo que necesita.
  4. Es relevante valorar las habilidades con las que ya cuenta, y así tratar de predecir para qué ya está listo y en qué necesita aún un empuje o un acompañamiento más cercano.
  5. Dialogar con nuestro adolescente, escuchando cómo se percibe y sumando lo que tú percibes, para que de esta forma puedan estar en la misma sintonía y establecer acuerdos sobre cómo puede mejorar.
  6. Generar y aprovechar oportunidades, considerando sus intereses y los propios. Es decir, es mejor “hablar” en vez de “prohibir” y a través del diálogo, compartir los temores que tenemos como papás y/o educadores, a través de frases como “sucede que…”, “hablemos de lo que pasa…” “me preocupa que…”, “valoro y aprecio…”, “me mantiene tranquilo que…”, etc.
  7. Negocia, si es necesario, esto en gran medida porque nuestro adolescente ya tiene una mayor capacidad de análisis y reflexión.
  8. Pregunta si es posible, y escucha. Al hacerlo podemos inferir a través de sus respuestas su nivel de autoprotección y reflexión. De esta forma, a partir de las respuestas, también vamos generando acuerdos.
  9. Tomar en cuenta también nuestras necesidades, es decir, ubicar cómo nos sentimos para que podamos darles el acompañamiento que necesitan y así estar en la misma sintonía, y evitar cortocircuitos en el diálogo.
  10. Compartir con ellos cómo nos sentimos, pues se genera una sensación de acompañamiento y comprensión mutua.
  11. En todo momento es esencial que le muestres lo importante que es para ti y le transmitas tu confianza.
  12.  Algo fundamental es evitar comparar a nuestro adolescente con el resto, más bien valorarlo con respecto a él mismo.

Los adultos tenemos que tener presente que el paso de la infancia a la adolescencia es clave hacer un ejercicio de reconocimiento de nuestros hijos adolescentes, pues están deseando una mayor autonomía. 

Esta autonomía se refiere a su proceso de individuación, y en gran medida se observa en el “querer estar solos”, “estar más con sus amigos (es decir con sus pares)”, y por lo tanto, menos tiempo con su papás. Esta necesidad nos refleja una señal de su crecimiento sano y de su proceso de construcción.

La cuestión es, ¿cómo, en conjunto con ellos, podemos ser creativos para favorecer sus conexiones sociales y emocionales con sus “otros” círculos sociales?, ¿cómo seguir acompañándolo en este momento de su vida?…

Es un reto, pero tu adolescente será tu guía, si lo observas sensiblemente.

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Un comentario en "¿Qué necesita mi adolescente?"

  • Además de escucharlos y dialogar con ellos, hay que plantearles que es una oportunidad de aprender cosas nuevas y desarrollar otras habilidades. Hay que aprovechar este tiempo para prepararlos para la vida adulta: entender de finanzas personales, cocinar, lavar su ropa, cuidar su salud, empezar a ver universidades, etc.
    Es un tiempo rico en oportunidades para desarrollar habilidades para la vida.

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