Bibliotecas: paraísos de silencio

En estos días se llevó a cabo la Semana de la Biblioteca en el Colegio Internacional Terranova, un evento que ha sido una tradición durante años y que consiste en una verdadera fiesta de los libros, donde los estudiantes tienen la oportunidad de interactuar con autores que comparten su experiencia en el fascinante mundo de las letras.

La Semana de la Biblioteca es un lujo. Durante varios días, nos reunimos en nuestros espacios bibliotecarios para platicar, escuchar, preguntar y recorrer la maravillosa selección de títulos que nos trae Librerías Gandhi. En estos días, me he maravillado, una vez más, al reflexionar sobre la invención de un espacio dedicado al resguardo de las letras; un refugio del bullicio del mundo, un paraíso del silencio.

Las bibliotecas son lugares fascinantes. Silenciosas, pero a la vez ruidosas; luminosas y tenues; quietas y vibrantes. Es como si toda la riqueza y complejidad de los libros que albergan se trasfirieran al ambiente que nos rodea al entrar. Sin embargo, las bibliotecas, al igual que todo lo humano, se han transformado con el tiempo. Recuerdo que, cuando era niña, eran espacios a menudo asociados con el castigo y el aburrimiento, lugares que debíamos visitar por obligación. Hoy en día, se han transformado en bosques de libertad, refugios para muchos y fuentes de alegría para todos los que se atreven a cruzar sus puertas.

Las bibliotecas del Colegio Internacional Terranova son, como siempre se ha dicho, los verdaderos corazones de la institución. Se encuentran en cada sección —kínder, primaria, secundaria y bachillerato— como estrellas alrededor de las cuales orbitamos estudiantes y maestros. En ellas se concentran todos los mundos posibles. Pero, si continuamos con la metáfora y las bibliotecas son el corazón, los músculos que hace que estas pulsen vibrantes son los bibliotecarios. 

Mago, Monse, Arely, David y Bertha son nuestros cinco mosqueteros que llenan de vida estos espacios maravillosos. No sólo organizan estos mundos imperfectos, sino que están siempre dispuestos a ayudar a los estudiantes que entran con inquietudes, buscan un libro, desean un refugio; también organizan lecturas, leen en voz alta, hablan con los alumnos, los arropan y, en fin, tienen la paciencia necesaria para construir todo lo que implica el infinito mundo de la biblioteca. 

Lamentablemente, en México la costumbre de visitar bibliotecas aún es poco común. El país cuenta con 7,476 bibliotecas públicas (una cifra que se queda corta frente a países como España, que tiene 25,255), de las cuales 73 se encuentran en San Luis Potosí. Esta escasez está profundamente relacionada con un problema persistente: la baja tasa de lectura en la población, ya que más del 70% de los mexicanos no lee un solo libro al año. De acuerdo con el INEGI, en 2023 se observó un descenso en el hábito de la lectura, especialmente entre hombres. Las causas son diversas: desde la falta de lectura en el hogar y la escasez de acceso a libros, hasta la ausencia de motivación desde la infancia. Sin embargo, todos coinciden en un factor común: no ser llevados a bibliotecas. Esto resalta la importancia fundamental que tienen estas instituciones en la formación de lectores, es decir, de ciudadanos creativos y críticos, algo que nuestro país necesita con urgencia.

En el Colegio Internacional Terranova, tenemos la fortuna de contar con estos espacios. Sin duda, no hay otra escuela en la ciudad que promueva la lectura y la presencia de autores como lo hacemos nosotros. Gracias sobre todo a nuestros bibliotecarios, quienes hacen posible que estos paraísos de silencio sigan floreciendo.