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Desdigitalizar la mente: una vida libre de pantallas

Desdigitalizar la mente: una vida libre de pantallas

Es cierto que es casi imposible: vivir sin pantallas se ha convertido en una utopía. Una falsedad a la que es difícil acceder. Todo depende prácticamente de nuestra interacción con las pantallas: las relaciones sociales, el trabajo, los vínculos múltiples. Pero es justamente esta dependencia lo que nos ha hecho plantearnos qué tanto bien nos hacen y, sobre todo, qué tanto bien le hacen a los adolescentes y los niños, quienes ya nacieron dentro de esta burbuja tecnológica de la que es tan difícil salir.

El tiempo que pasamos en pantallas es preocupante. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Continua de 2022, el 82% de niños y niñas y el 92% de los adolescentes mexicanos pasan más de dos horas frente a una pantalla. Este tiempo es arrebatado a actividades que antes eran normativas como vínculos en vivo o deporte, lo que también incide en situaciones como la obesidad o la depresión.

Pero, aunque desdigitalizar completamente nuestras vidas es un desafío casi imposible, sí es posible, y urgente, establecer estrategias para reducir la exposición a las pantallas, especialmente en los más jóvenes. En el Colegio Internacional Terranova, recientemente tuvimos una plática llevada a cabo por Michelle Bowman, una figura muy relevante para la institución. Ella nos compartió algunas estrategias para crear un equilibrio más sano entre lo digital y lo físico: 

  1. Establecer límites claros de tiempo de pantalla

Es importante crear reglas claras sobre el tiempo que los niños y adolescentes pasan frente a las pantallas. Los expertos sugieren que, para los niños menores de 2 años, la exposición a pantallas debe ser mínima, mientras que para los más grandes, no debe exceder las dos horas diarias. Establecer horarios para el uso de dispositivos puede ayudar a que las pantallas no invadan todas las actividades diarias.

  1. Fomentar actividades fuera de línea

El tiempo libre debe incluir actividades que no dependan de dispositivos electrónicos. Las opciones son infinitas: leer un libro, practicar un deporte, hacer manualidades o jugar al aire libre. Al fomentar estas actividades, no solo se reduce el tiempo frente a una pantalla, sino que también se promueven habilidades cognitivas y emocionales fundamentales para el desarrollo de los niños y adolescentes.

  1. Crear momentos de desconexión familiar

Uno de los mayores desafíos del mundo digital actual es que los miembros de una familia suelen estar en sus pantallas, incluso cuando están juntos. Establecer momentos específicos sin tecnología, como durante las comidas o en una noche de juegos en familia, puede ser una buena manera de fortalecer los lazos y crear experiencias compartidas que no involucren dispositivos electrónicos.

  1. Promover el aprendizaje activo y creativo

En lugar de permitir que los niños o adolescentes se enfrenten a contenido pasivo (como ver videos o jugar videojuegos sin interacción), podemos incentivar su participación activa. Por ejemplo, animándolos a aprender a programar, crear arte digital o incluso desarrollar proyectos en los que puedan usar la tecnología de manera creativa y productiva. De esta forma, se establece un uso más saludable y equilibrado de las pantallas.

  1. Educar sobre el uso responsable de la tecnología

La educación digital es esencial. Los jóvenes deben comprender cómo la tecnología afecta su bienestar físico y mental. Es fundamental hablar con ellos sobre la importancia de cuidar su vista, evitar la sobreexposición a las redes sociales y aprender a reconocer los efectos negativos del uso excesivo de pantallas, como la ansiedad o la falta de sueño. Los padres y educadores juegan un papel esencial en la orientación para un uso más consciente y saludable.

  1. Modelar comportamientos saludables

Los niños y adolescentes aprenden mucho observando a los adultos. Si como padres o educadores queremos que los más jóvenes disminuyan su tiempo frente a las pantallas, debemos ser un ejemplo de este comportamiento. Establecer nuestras propias reglas de uso de pantallas y mostrarles cómo desconectar y disfrutar de la vida fuera de la tecnología también será una enseñanza valiosa.

En conclusión, desdigitalizar la mente de los más jóvenes no significa rechazar la tecnología, sino aprender a convivir con ella de una manera más equilibrada. A través de estrategias conscientes y prácticas, podemos ayudar a los niños y adolescentes a encontrar un equilibrio entre el mundo digital y el real, permitiéndoles crecer de manera saludable, creativa y emocionalmente equilibrada en un entorno cada vez más interconectado.

Y nosotros…¡nos leémos a la próxima!

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