Yolanda Gallardo Villegas

Hasta ahora les he presentado con mucho cariño a dos profesoras del Colegio Internacional Terranova en el marco del Día Internacional de la Mujer. Si no han tenido la oportunidad, les invito a conocer mejor a Julisa Galindo y a Ale Alvarado, dos mujeres ejemplares que han formado parte del colegio en estos 20 años de trayectoria. El día de hoy me emociona mucho poderles contar de Yolanda Gallardo, maestra de primaria que lleva 20 años haciendo conexiones con sus estudiantes.

Yola, como la conocemos en la escuela, es reconocida como una de esas maestras con amplia paciencia. Se destaca por conocer muy bien a sus alumnos, sus procesos y sus necesidades. Ella misma reconoce que el Terranova la ha impulsado a “respetar el proceso de cada niño” y que “todos aprendemos de forma diferente”. Su sensibilidad al respecto le ha facilitado generar experiencias de aprendizaje relacionadas con los intereses de sus estudiantes y a formar vínculos significativos con ellos, en particular, con los estudiantes internacionales. En su tiempo en esta escuela, Yola ha sido testigo de cómo ha cambiado la institución y ha visto cómo   los docentes que pasan por ella han modificado sus creencias sobre la educación, pasando del ‘Yo soy el maestro’ a ‘juntos caminar, explorar y construir el conocimiento’.

Una de las cosas que más emocionan a Yola es ver a sus estudiantes hacer transferencias, que “sean libres de generar preguntas, que lleven a la reflexión fuera del colegio, en otros contextos. Que sean capaces de proponer y de resolver cuando se presentan diversas situaciones”. Si en el proceso Yola puede “ser una pequeña parte que ayude a generar cambios para vivir en un mundo mejor, donde el respeto y la congruencia sea lo que nos mueva”, entonces sentirá la mayor satisfacción por el trabajo de su vida. En el futuro del Colegio Yola ve una continuación de la transformación que ya hace esta institución, teniendo impacto significativo en las vidas de las personas que pasen por aquí y en la comunidad. El Terranova seguirá transformándose en dirección a “un lugar donde se siembren las semillas, para generar hombres y mujeres agentes de cambio para el mundo.”

En sus años en esta escuela Yola ha demostrado tener una franca vocación por la docencia, enfrentándose con entrega a los obstáculos y retos de su quehacer. Estoy segura que ha logrado lo que ella desea, que sus estudiantes la recuerden como “alguien que hizo algo diferente y les ha sido útil en su vida para ser mejores seres humanos”. Alguien que sin duda ha impulsado que aprendan que “el respeto es un derecho para todos, aunque tengamos diferentes opiniones”  y así llevarlos a comprender que “la dignidad de la mujer, al igual que la del hombre, es una labor de todos”.